Te enamoras locamente de alguien, no puedes dejar de pensar en ella. Parece que es la persona de tu vida, aquella con la que hacer planes a largo plazo y junto a la que envejecer, pero sin saber muy bien cómo ni por qué, la relación acaba rompiéndose. ¿Te suena?

Sí, somos muchas las personas que hemos sufrido de este tipo de desamor. Nos damos de bruces con la realidad al descubrir que el el amor es indispensable, pero no suficiente. Erich Fromm se pregunta: “¿Es el amor un arte? En cuyo caso requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera cuya experiencia es una cuestión de azar, algo con lo que uno “tropieza” si tiene suerte?” 

El amor es un arte misterioso, que se cocina a fuego lento y necesita de muchos cuidados. Para que una relación sea sólida necesita de una serie de ingredientes, unas medidas determinadas y un modo de preparación concreto.

Los ingredientes necesarios son:

Enamoramiento: Efímero e imprescindible. Diferente en intensidad dependiendo de cada pareja, es un componente que poco a poco se va extinguiendo para dar paso al amor. En los momentos difíciles su recuerdo sirve de combustible para impulsar la relación.

Sexualidad: La atracción tanto física como intelectual son claves para la construcción de una relación que vaya más allá de la amistad. La seducción ayuda a mantener la llama de la pasión viva a lo largo del tiempo.

Conexión: Se trata de un ingrediente difícil de describir. Es la química, la complicidad, un componente etéreo que escapa al control voluntario de las personas. Parte espiritual de la relación.

Proyecto vital: Ambas personas han de coincidir en sus deseos futuros. Querer o no tener hijos, lugar dónde vivir, estilo de vida, etc.

Valores: Es positivo tener una forma similar de entender el mundo, la relación de pareja, el compromiso, la justicia, los cuidados, etc.

Gustos: Suele ser pasado por alto pero compartir pasiones fortalece muchísimo el vínculo.

Admiración: No se trata de endiosar al otro sino de admirar algunas de sus características y sentirse afortunado de tenerle como compañero/a.

Las medidas:

Tan importante es contar con todos los ingredientes como ser conscientes de las medidas que cada uno necesita para cocinar el plato que más le nutra. Dependiendo de las características personales de cada uno, necesitaremos más o menos de cada ingrediente.

La preparación:

La relación de pareja es como estar todo el rato cocinando y comiendo de la cazuela. Hay que vigilar los fuegos, para que no se apaguen y la comida no se queme. Y como estamos comiendo de la cazuela, hay que ir añadiendo ingredientes todo el rato. La relación está en continuo cambio, va evolucionando con las personas y los cambios vitales que éstas experimentan. La relación de pareja es como un tercer miembro, independiente e interconectado con las otras dos partes que lo componen. Se debe prestar atención a ese “tercer miembro”, para cubrir sus necesidades. Y el equilibrio entre el dar y recibir es fundamental.

Se debe aspirar a una relación que enriquezca, donde las diferencias nutran y las personas crezcan una al lado de la otra gracias a su interacción.

Bon Appetit!

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